Una persona tóxica

En la actualidad es frecuente utilizar este término de “persona tóxica” para referirse a aquella persona que afecta negativamente a quienes lo rodean debido a sus conductas nocivas. Y si bien es cierto, es importante reconocer a estas personas y tomar acción frente al desarrollo de una relación (de cualquier tipo: pareja, amistad, trabajo, familiar, etc.) con una persona tóxica, es más importante escudriñar en nuestro interior y conocer donde radica esa toxicidad.

Todo le parece infectado al infeccioso, así como todo se ve amarillo a través del ojo del bilioso.

– Alexander Pope –

Si te fijas en lo conflictivas o tóxicas que son las personas a tu alrededor y crees que son solo ellas, te estás perdiendo la oportunidad de crecer y evolucionar como ser humano. Te pierdes la oportunidad de madurar y de descubrir que el conflicto está dentro de ti. Si nos rodeamos de personas tóxicas, esas personas están reflejando mi propio conflicto interior. Nuestra realidad es una pantalla donde nos proyectamos, es el espejo de lo que llevamos dentro.

Cuando Bob tiene un problema con todos, casi siempre Bob es el problema. La pregunta que debo responder: ¿Seré Bob?

-John C. Maxwell

Cuando desates la guerra que hay en tu interior y descubras que la persona más conflictiva que hay en tu vida, eres TÚ, podrás cambiar tu realidad y la relaciones se transformarán. La batalla no hay que darla tratando de cambiar a las personas que nos rodean, sino reconociendo que la persona más conflictiva que he conocido en mi vida soy YO, ese es el primer paso que nos lleva a una transformación de nuestra realidad.

Entonces, podrás, si quieres, tomar tu lado oscuro, tus sombras, tus defectos y transformarlos en luz, en cualidades. Todo defecto es déficit de una cualidad en potencia. Por ejemplo: la ira, es un déficit de serenidad; el odio, es un déficit de amor; el egoísmo, es un déficit de generosidad. Cada uno de estos defectos (sombras) están en la misma escala de las cualidades o virtudes (luces). A mayor escala está la luz (la serenidad) a menor escala se convierte en sombra (ira). Si rechazo y condeno mis defectos, si moralizo mi conflicto interior, estoy imposibilitándome a desarrollarme, a extraer ese potencial inherente de luz que todos tenemos dentro.

Las personas que más brillan, que más luz irradian, son las personas que han lidiado con sus sombras (defectos) y han sacado lo mejor de sí mismas.

Todo el lado oscuro que he encontrado en la condición humana, lo he descubierto en mí mismo. No soy mejor que nadie, también estoy aquí para aprender.

Generalmente, ves personas que les escandaliza la sombra de los demás, porque todavía no han hecho consciente su propia sombra, personas que juzgan y condenan el lado oscuro de otros, porque todavía no han abrazado su propio lado oscuro. Personas que idealizan la luminosidad de otros, pero juzgan, castigan, rechazan y condenan el lado oscuro de otros y los marginan.

Demonizamos los defectos y enaltecemos las cualidades, moralizamos la luz como buena, bonita; y la sombra como mala, fea. La sombra y la luz son neutras, están hechas de lo mismo, están en mayor o menor escala, son igual de válidas y a las dos hemos de integrar a nuestra propia condición humana. Habremos de abrazar cada una de nuestras sombras para poder transmutarlas y convertirlas en luces.

Si quieres saber tu nivel de consciencia, identifica con cuántas personas te perturbas a ti mismo (cuántas personas tóxicas hay a tu alrededor) y cuántas personas te das cuenta de que se perturban al interactuar contigo.

Todo aquel a quien considero persona tóxica a mi alrededor, se convierte en un maestro para mí porque ha venido a enseñarme algo, a mostrarme algo. Estos maestros, tiranos, enemigos, personas tóxicas (todos significan lo mismo) se manifestarán en nuestra vida una y otra vez como destino, si no buscas dentro de ti y lidias con tu conflicto interior. Si no quieres hacerlo, la vida te va a traer personas y situaciones que te reflejen tu propio conflicto.

Le permitimos a la persona tóxica que determine nuestro estado de ánimo, porque los maestros tienen mucho poder sobre nosotros y nos convencemos de que ellos son la causa de nuestro sufrimiento, de nuestro malestar, de nuestra perturbación, cuando la causa siempre está en nuestro interior.

 

 

¿Cómo dejar de ser una persona tóxica?

    • Renunciar a victimizarme o a huir dándole poder al otro. Renuncio a dejar de culpar a los demás de mi sufrimiento porque comprendo que nunca, nadie, me ha hecho sufrir sin mi consentimiento; nunca nadie me ha hecho daño emocional sin mi complicidad.
    • Cambiar la culpa por responsabilidad, cuando comienzo a cambiar la culpa por la habilidad de responder, desaparecen los culpables, desaparece mi propia culpabilidad y para ello necesitamos cultivar el perdón. Muchas personas que irradian oscuridad suelen culpar a otros porque se sienten culpables. Te culpo a ti de mi propio sufrimiento, por lo que me hiciste, por lo que me dijiste, en realidad te culpo a ti por lo que yo siento adentro, por mis propias emociones, te culpo a ti porque yo me he perturbado a mí mismo pero no lo asumo, no lo reconozco, no tomo responsabilidad y esto es bidireccional, me culpo a mi por tus propias emociones, me culpo a mi por tu sufrimiento, por tus propias emociones, por lo que yo creo que te he hecho emocionalmente.
    • Aceptar que no puedo cambiar al otro, no puedo cambiar ni controlar lo que dice, no puedo modificar lo que sucede, pero si puedo modificar cómo interpretar las situaciones que me pasan, sí puedo transformar la actitud con la que afronto mi destino (destino entendido como lo que me falta por aprender).
    • Cultivar el hábito de no juzgar, cuando juzgamos a alguien no tenemos tiempo para comprenderla.
    • Desarrollar la compasión, empatía hacia el otro. La compasión no, es decir: “pobrecito”, o “lástima”, sino entender qué le pasa a esa persona, por qué actúa de ese modo, conocer su historia, su lado oscuro, sus heridas, sus traumas, las motivaciones que lo llevaron a adoptar esa actitud, o tomar esas decisiones, en otras palabras, es salir de nosotros y ponernos en la piel del otro.

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Por Lina Vargas

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