Este cuento nos muestra la forma en la que el mundo es a través de los ojos del que ve. La realidad es lo que es, pero nosotros la vemos como la queremos ver, en otras palabras, creamos la realidad al verla como creemos que es. Esto parece un rompecabezas, pero es más sencillo de lo que parece. Yo sufro por lo imaginario y no sufro por la realidad; me la paso sufriendo por los demás, por lo que pasa en los otros lugares del mundo, por los destinos y las experiencias de otras personas. Me la paso sufriendo, y por estar sufriendo por lo que no me corresponde, no asumo mi vida. Me la paso en un mundo imaginario y no en el real.
¿Cómo es la vida? La vida es una maravillosa oportunidad para aprender a ser felices por nosotros mismos y para aprender a amar, por lo tanto, para despertar de ese sueño que llamamos “problemas”, necesito tener sabiduría para poder ver la vida como es: PERFECTA.
Un campesino de una pequeña aldea fue a la ciudad para vender su cosecha de arroz. Su mujer le pidió que por favor le trajera de la ciudad un peine.
Pero tras vender la cosecha, el campesino fue a beber con unos amigos y debido al alcohol olvidó qué deseaba exactamente su esposa, de manera que en el mercado le compró un espejo, pues la vendedora aseguró que aquello le encantaría a su esposa.
Cuando regresó a la aldea entregó el regalo a su mujer, envuelto en un paquete, y regresó al campo a trabajar sin esperar a que lo abriera, temeroso de que le recriminara haber errado el encargo. La mujer, que jamás había visto antes de un espejo, se echó a llorar cuando lo vio. Compungida, desgarrada, llamó a su madre y le dijo:
- Mi marido me engaña con otra mujer muy hermosa. Aquí ha traído su retrato, sin duda se dispone a abandonarme.
La madre tomó el espejo y le dijo:
- Tranquila, no tienes de qué preocuparte, solo es una vieja.
Cuento extraído del libro Cuentos filosóficos anónimos, 23 cuentos para reflexionar y meditar.
Por Lina Vargas